Después del sinsabor que me dejó Vengadores 2: la Era de Ultrón, por redundante y carente de alma, he vuelto a creer en el cine de acción gracias a Mad Max: Fury Road porque, para empezar, privilegia la acción real y la interpretación actoral frente al uso excesivo y casi descarado de los efectos digitales que vemos últimamente en el cine.
Para ponerlo en otras palabras: le creo más a un villano como Immortan Joe (así se llama el de Mad Max), detrás del cual hay un actor con maquillaje que se esfuerza por ser creíble, que a un robotizado Ultrón que no es más que pura lata creada en un computador.
Con Mad Max volvemos a sentir ese cine real, de persecuciones con vehículos reales, en un desierto real (fue rodada en Namibia)... y en un mundo apocalíptico que no está lejos de ser real también.
Porque más allá de la acción trepidante, la espectacular fotografía y el atractivo elenco encabezado por el nuevo héroe de Hollywood Tom Hardy y la siempre contundente Charlize Theron, Mad Max nos trae nuevamente ese mundo caótico y decadente que el director George Miller se imaginaba hace 35 años con la original Mad Max, protagonizada por Mel Gibson y que hoy en día cobra vigencia.
Y es que si seguimos como vamos -se cuestiona uno-, depredando y resolviendo todo con violencia, el mundo ya no será ese paraíso de tierras verdes donde podemos cultivar y echar raíces, sino un desierto infinito y hostil donde los sobrevivientes irán de un lado a otro y se pelearán a muerte por el agua y la gasolina.
Será un mundo del "sálvese quien pueda", dominado por tiranos que se creen dioses, con las mujeres esclavizadas, los niños reclutados y un montón de gente desplazada, hambrienta, enferma y seguidora de religiones delirantes. Todo ello amenizado con estridentes notas de rock and roll (bueno, por lo menos no es reguetón).
Demoledora, imparable e inquietante, Mad Max nos convence y sumerge en ese mundo sin esperanza, sin tierra prometida, sin adonde ir; un mundo que espera ser salvado por auténticos y furiosos guerreros del camino, hombres y mujeres en busca de redención.
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