martes, 23 de septiembre de 2014

Crítica de Lucy: aquí nadie usó el 100% de su cerebro


Lucy es la típica película que parece muy buena en el tráiler y arranca muy bien en los primeros minutos, planteándose unas cuestiones científicas más o menos verosímiles, pero a la final resulta decepcionante, incompleta y desconcertante, de esas en las que uno sale de la sala de cine preguntándose "¿qué $%43!? pasó aquí?".

A veces, en el género de la ciencia ficción, las cosas se salen de control, los guionistas (en este caso, el mismo director Luc Besson) pierden el rumbo y terminan dando tumbos en los caminos más absurdos de la fantasía.

Fue eso lo que le ocurrió a Lucy, que empieza proponiendo una interesante historia relacionada con la capacidad del cerebro humano y los efectos de una peligrosa droga, y termina teorizando sobre el origen del Universo de la manera más confusa.

Así las cosas, los efectos visuales pierden toda gracia y solo sirven para justificar torpemente el paso de un asunto metafísico a otro, mientras Scarlett Johansson, con cara de atontada, ni se da por enterada del lío argumental en que está metida.

Deslumbrante a ratos, la estética de la película nos recuerda escenas de acción memorables al estilo Tarantino o incluso del mismo Luc Besson, pero realmente poco nuevo aporta al género. La heroína que va matando uno a uno a sus enemigos en modo cámara lenta y al ritmo de música clásica, es algo ya muy visto. Nada nuevo, la verdad.

¿Lo mejor de Lucy? El tráiler que promete el uso del 100% del cerebro, pero en hora y media se evapora toda intención. Ni siquiera la presencia de Morgan Freeman, la voz más sabia de las películas, puede hacer algo por darle orden a tantas ideas absurdas.