El anuncio hecho por el rapero Kanye West, durante los premios MTV, de que se lanzará a la presidencia de Estados Unidos en el año 2020, es tan chistoso e indecoroso como cualquiera de los vestidos que lució Miley Cyrus durante el show.
La sola posibilidad de que West llegue a la Casa Blanca, de la mano de su esposa Kim Kardashian y con todo el clan detrás, incluida la dominante Kris y la emancipada Caitlyn, ambas suegras del rapero, ha causado gran revuelo en las redes sociales dentro y fuera de ese país.
Pero no es descabellada la aspiración de Kanye. Por lo menos cumple dos requisitos básicos de un candidato moderno: ser millonario y patán. Ahí está para confirmarlo el actual precandidato Donald Trump, quien todavía no le ha arrebatado el micrófono a Taylor Swift como sí lo hiciera el rapero en los MTV del 2009.
Pero además, a los estadounidenses les encanta la idea de ver a sus estrellas del espectáculo convertidas en mandatarios. Ahí están, por ejemplo, el actor Ronald Reagan, presidente en la Guerra Fría, y Arnold Schwarzenegger, que fue gobernador de California y Terminator.
Así que váyanse acostumbrando a la idea de ver a Kim Kardashian como Primera Dama de los Estados Unidos, tratando de meterse en los vestidos más caros cuando no esté desnuda saludando al pueblo con su trasero desde el balcón; y grabando cada instante de su vida con las cámaras que estarán regadas por toda la Casa Blanca, mientras su madre lo controla todo, hasta las relaciones con Irán.
Kanye, que siempre quiere ser primero en todo, ya no sería el primer presidente negro en la historia de Estados Unidos, pero una vez montado en el trono gracias a los votos de los mismos ciudadanos que votan en los MTV, podrá hacer lo que se le dé la gana. Claro está, si Donald Trump, su antecesor, le deja algo.