El Reinado de Cartagena ya no paraliza los hogares colombianos. Atrás quedaron los tiempos en que las familias enteras se sentaban frente al televisor para ver a las candidatas, elogiarlas, criticarlas y hacerle fuerza a la representante de su región. Eso ya no ocurre. Se le perdió el encanto al certamen y a la gente le da lo mismo quién gana.
La prueba reina es el desfile en traje de baño transmitido la noche del domingo -pregrabado desde hace varios días en los estudios de RCN, ya ni siquiera en vivo desde la piscina del Hotel Hilton- que registró apenas 4 puntos de 'rating', mientras que sus enfrentados Séptimo Día y Los Informantes de Caracol tuvieron 10 y 9.9 puntos. Los televidentes ya prefieren una historia amarillista que la belleza de una mujer. Como para echarse a llorar.
Pese al desgano de la audiencia que se viene notando los últimos años, el Canal RCN hizo el esfuerzo de mostrar algo diferente, integrando el desfile en pasarela con un show musical, pero el público lo percibió como una burda imitación de los desfiles de Victoria's Secret y así se reflejó ampliamente en los comentarios en Twitter.
Ni la presencia del 'tumbalocas' Diego Cadavid en la agrupación The Mills, quien también se convirtió en tendencia en esa red social, logró subirle la sintonía al susodicho desfile. Mejor dicho, apague y vámonos...
¿Qué le pasa al Concurso Nacional de Belleza que ya no entusiasma?
Yo diría que es la suma de varias cosas:
1. Ha cambiado el concepto de belleza. Antes se valoraba la belleza natural y ganaban las mujeres que realmente eran bonitas sin la ayuda del bisturí. Ahora cualquiera se arregla con cirugías plásticas y entonces la belleza dejó de ser un don o privilegio de esas poquiticas a las que llamábamos reinas. Reina ya es cualquiera con unos cuantos millones para pagarle a un cirujano.
2. Con tres virreinas seguidas en Miss Universo (Paola Turbay en 1991, Paula Andrea Betancur en 1992 y Carolina Gómez en 1993) nos empezamos a desanimar. ¿Para qué elegir a una reina y mandarla a Miss Universo si nunca vamos a ganar? El batacazo final nos lo dieron en 2008 con Taliana Vargas que vio escapar la anhelada corona en manos de una venezolana.
3. Las reglas del Concurso son obtusas y anticuadas. Descalificar a una candidata porque posó previamente en ropa interior es pura y absoluta mojigatería que no va con los tiempos modernos. Parecen reglas impuestas por el Procurador y no por un señor costeño (Raimundo Angulo) que debería ser más flexible con eso.
4. Las mujeres de ahora ya no sueñan con ser reinas de belleza. Para la mayoría, los concursos de belleza son una "lobería" o "mañesada" y no se atreven a participar. En eso tienen mucha culpa las que en otras épocas se volvieron esposas de traquetos. Las que hoy sí participan, lo hacen más motivadas por las puertas que se abren: ser presentadoras de televisión o actrices. Sobran los ejemplos.
5. El Reinado se volvió cada vez más un negocio privado, de puertas para adentro, de promoción de marcas, exclusivo de RCN y con boletas carísimas que solo puede pagar la clase alta de Cartagena. En los tiempos de doña Teresa Pizarro de Angulo las reinas estaban más en la calle, se "untaban" más de pueblo. Dicho por todos los "reinólogos". Ya ni los medios se animan a mandar corresponsales.
¿Entienden entonces por qué el Reinado está como está? Al paso que va, la Señorita Colombia terminará elegida en una Notaría.