martes, 25 de febrero de 2014

12 años de esclavitud: aguántate los latigazos que ya vendrán los aplausos (crítica)


12 años de esclavitud es la más firme candidata para llevarse este domingo el Óscar a la mejor cinta del 2013. Viene de ganarse el Bafta a la mejor película, el Globo de Oro a la mejor película drama y tres de los más importantes galardones en los Critics Choice; eso sin contar con todos los aplausos recogidos en diferentes festivales. Con semejantes antecedentes, sería muy raro que no ganara la estatuilla más codiciada del cine.

Pero al margen de la justicia o el capricho de estos premios, la desgarradora película de Steve McQueen ya se ha ganado un imprescindible puesto de honor en el cine actual o, como bien ha sentenciado la crítica Claudia Puig del USA Today, es "un fascinante drama de época para la posteridad".

Y es que como un hierro caliente sobre la piel, las películas sobre la esclavitud quedan marcadas en la memoria de los espectadores, tanto por la crudeza de sus imágenes como por el horror mismo que produce esta abominable práctica, que aunque no lo creamos sigue vigente hoy en día camuflada en modalidades como la trata de blancas. Ben-Hur (1959), Amistad (1997) y Django sin cadenas (2012), cada una a su estilo, son ejemplos de ese gran tema de la esclavitud llevado al cine.


"Siquiera no nos tocó esa época", agradece uno, atónito, frente a lo que ve en 12 años de esclavitud, que recrea el penoso capítulo de la esclavitud en Estados Unidos: golpes, latigazos y castigos infames sufridos por personas que no eran dueñas de sí mismas y que agradecidas debían estar por tener al menos el techo y la comida que sus amos generosamente les daban.   

El protagonista de esta historia basada en hechos reales, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), aunque de raza negra, era un hombre libre que no tenía por qué ser esclavo de nadie. Pero estuvo de malas... Un día fue engañado, secuestrado y entregado a un mercader de esclavos con lo cual se iniciaron para él 12 años de amargo sufrimiento, desesperanza y el temor de no volver junto a los suyos.

  
Es una película llena de escenas impresionantes, insoportables a la vista y el oído. La peor parte la lleva Patsey (Lupita Nyong'o), una joven ultrajada por su colérico amo (Michael Fassbender) y humillada por la celosa esposa de éste (Sarah Paulson). Lo único bueno del sufrimiento de Patsey es que le ha permitido a Lupita brillar en las alfombras rojas de la temporada de premios.

Menos impresionante es el personaje interpretado por Brad Pitt, quien como productor de la película se reservó para sí el rol más correcto, el de abolicionista y salvador. Los que sí se comen la pantalla y están muy cerca del Óscar son el protagonista Chiwetel Ejiofor y su verdugo Fassbender, en quien el director McQueen ha confiado sus dotes actorales para sus únicos tres largometrajes: Hunger (2008), Shame (2011) y 12 años de esclavitud (2013).

Esta última, la que está muy cerca de consagrar a McQueen en Hollywood, es una película fascinante y al mismo tiempo dolorosa; de esas que te hacen suplicar "ya no más" o lamentarte con la frase "esto jamás debió haber pasado". Películas que se hacen necesarias para no volver a cometer los errores del pasado y seguir luchando por un mundo más libre.