Podría decirse que en el mundo hay dos tipos de espectadores de cine: los que disfrutan de dramas "con contenido" como Las tortugas no vuelan, y los que prefieren extasiarse con autos volando a cientos de metros de altura como en Rápidos y furiosos 7.
Mientras los primeros denigran de ese cine comercial o "crispetero" que copa todas las salas de cine durante temporadas de vacaciones como la Semana Santa, los segundos simplemente devoran las crispetas con la misma furia y rapidez que Vin Diesel y sus amigos al volante, mientras a la par se baten récords de taquilla.