martes, 11 de febrero de 2014

El lobo de Wall's Street: intensa, incorrecta y alucinante (crítica)


Personajes tan desenfrenados como el corredor de bolsa Jordan Belfort, encarnado por Leonardo DiCaprio en esta espléndida película de Martin Scorsese, me recuerdan al Larry Flynt de Woody Warrelson o al Tony Montana de Al Pacino. Son máquinas de hacer dinero, amantes de los excesos y expertos en destruirse a sí mismos.

La historia de sus vidas es una vertiginosa montaña rusa de la que el espectador, completamente excitado y con algún sentimiento de culpa, no se quiere bajar. Justo eso es El lobo de Wall Street. Adrenalina pura por cuenta del lujo, el sexo en bandeja de plata y la droga haciendo estragos en el cerebro de estos amos y señores del mundo que hacen todo lo que se les da la gana.

La dupla Scorsese-DiCaprio ha generado una de las mejores películas en la carrera de ambos. Scorsese se ha vuelto más despreocupado y entretenido, y DiCaprio más descarado y electrizante. Junto con el gordito Johan Hill y un par de mujeres perfectas, ofrecen tres horas de dulce perdición o amarga felicidad, como quieran ustedes llamarle. Aquí todo va a los extremos y eso resulta muy divertido.

Es mejor ser rico que pobre, ¿quién lo duda? Pero también es cierto que el dinero corrompe y para la muestra está Jordan, un tipo de apetito insaciable. Él quiere más y más de los placeres que Wall Street le tiene reservado a unos pocos afortunados, sin importarle mucho pasar por encima de la ley o que el mundo se derrumbe a su alrededor. Al final está la metacualona para salvarlo, si antes no lo mata.

El descaro de algunas escenas es inolvidable. ¿Qué tal la violenta pelea de Jordan con su esposa o el tortuoso camino que recorre de la casa al automóvil? Recuerdo esas dos, al igual que las apacibles e impresionantes vistas de la Nueva York de los negocios y los rascacielos. Y claro, hay que destacar también el coctel de emociones que brinda la banda sonora.

El lobo de Wall Street, con cinco nominaciones al Oscar, incluidas mejor película y director, es el tipo de películas que uno recomienda ver a sus amigos, aunque al mismo tiempo no falten los mojigatos que pretendan censurarla por todo lo que en ella se ve y se oye (repite 506 veces la palabra "fuck"), como si la realidad de los excesos y lujos de los Nule o de los genios de Saludcoop o Interbolsa, por poner solo algunos ejemplos cercanos, no fuera parecida.

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